Ospitalean ere ikasten!

¡Aprendiendo en el hospital!

martes, 8 de febrero de 2011

Cuarto menguante

(Esta es una pequeña historia que estoy escribiendo, y que me gustaría compartir con vosotros. Por eso, cada día más o menos escribiré un poquito más, a ver qué os parece. Allá vaaaa !! )

Una lágrima templada recorre su mejilla. Un débil gemido se escapa de su garganta. Nyss se envuelve un poco más en su manta de seda. Ser princesa no es fácil, pero eso no lo entiende nadie. Con doce años la muchacha ha vivido situaciones muy duras. Su madre murió y a su padre lo llevaron al cadalso por ser acusado de pederasta. Un bucle azulado por el reflejo lunar le acaricia la nariz, fina y perfectamente centrada. Un destello juguetón se posa en su frente. Le da un ligero beso y le hace sonreír. Siempre lo consigue.
- Hola Ich- susurra Nyss.
La diminuta silueta de Ich se refleja en los ojos azules de la niña, que están cubiertos de lágrimas. Se incorpora y queda sentada con las piernas cruzadas. Se seca la cara con las mangas del pijama mientras Ich improvisa un baile sobre sus rodillas. Ich. Un pequeño minz que el viento arrastró hasta la cuna de nuestra joven desdichada. Criatura que vuela sin alas, pequeña como una luciérnaga, hecha de luz y rocío.
Nyss mira su colgante, una joya de plata negra en forma de espiral que le extirparon a su madre del cráneo al morir. Aparta un mechón de pelo blanco enredado en la sortija. Se levanta y sale al balcón. Un viento glacial le acaricia el rostro. Ich se esconde en el cuello de la camisa del pijama tiritando.
Enorme. Ozeïdia es enorme. Y está al cargo de una chiquilla a la que el destino parece habérsela jurado. Un fuerte dolor en el pecho se manifiesta en forma de lágrimas saladas que hacen brillar aún más los zafiros de nuestra protagonista. Y en su mente solo una frase se repite; Creí haber perdido todas las esperanzas, pero debí guardarme alguna porque las sigo perdiendo.




~Aetiss~ + Ich